Segunda estación: Jesús carga con la cruz

V/ Te adoramos oh Cristo, y te bendecimos

R/ Pues por tu santa Cruz redimiste al mundo 

Jesús fue conducido por unos instantes a una de las celdas que se encontraban en aquel lugar, me daba la impresión de que estaban bajo tierra pues eran oscuras y mal olientes, los soldados lo empujaban e insultaban diciendo contra Él toda clase de vulgaridades, también algunos de los presos que esperaban su condena en ese lugar le gritaban diciendo "¿no eres el Hijo de Dios? Sálvate y sálvanos también a nosotros"  todos aquellos, soldados y reos, parecían poseídos por una extraña locura como si disfrutaran mofándose de Nuestro Señor, solo uno de los reos gritaba como queriendo imponer su voz, mientras defendía a Jesús, lo que le valió se golpeado hasta casi dejarlo exánime y lo habrían matado a golpes si no hubiera sido porque debían crucificarlo con Nuestro Señor. 

Jesús vuelto hacia aquel pobre hombre quiso ayudarlo pero ni las cadenas con las que lo ataban ni sus heridas abiertas y sangrantes se lo permitían, aun así se volvió hacia su compañero de suplicio y le dijo: "gracias", el nombre de aquel justo era Dimas.

A las puertas de aquella cárcel, que miraba hacia el Golgota habían dispuesto la cruz de Nuestro Señor, pero antes de obligarle a cargarla le colocaron en el cuello el letrero con la causa de su sentencia, en este se leía "Jesús Nazareno rey de los judíos", como en aquel lugar la gente se agolpaba para ver la salida del cortejo y los ánimos de la gente estaban exaltados parecía como que en cualquier momento estallaría una revuelta, por eso Pilatos mando duplicar el número  de soldados de modo que pudieran contener a la multitud y se pudieran cumplir las sentencias. La cruz de nuestro redentor era pesada, de madera oscura, pero no sabría decir de que árbol provenía, pues no sé reconocer los tipos de maderas.

La cruz era pesada, tanto que dificilmente podría ser cargada por dos hombres sanos y en buenas condiciones, aún así obligaron a nuestro Señor a cargarla, cuando estuvo delante de ella, en vez de palidecer por el tormento que le sobrevenía, nuestro Señor pareció recobrar sus fuerzas y Él mismo la tomó con sus manos, como si la acariciara, luego la beso y se dispuso para levantarla, la escena tenía una solemnidad que dejó aturdidos a los soldados más cercanos que no podían creer cuanto veían, pero uno de los esbirros rompió aquella solemnidad con una patada que empujó a Nuestro Señor, el cual casi cae, de pronto se renovaron los insultos y los golpes hacia nuestro Señor, quien así inició su camino al Calvario.