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un espacio para compartir cuanto reflexiono y oro, lo que he vivido y como lo he vivido desde mi experiencia de fe

el día que me encontré con el Evangelio leyendo el Tao teh King

Hoy mientras desayunaba con mis hermanos, el novio de mi hermana preguntó por el Tao teh King, entonces recordé que entre mis libros tengo una copia del libro por el que preguntaba el joven, fui a buscarlo lo llevé a la mesa y tuvimos un rato de conversación sobre el libro, entonces mientras hablábamos ojeaba las páginas del libro que ya antes había leído alguna que otra vez y del cual no esperaba ninguna sorpresa hasta que dí con este pasaje del Tao:

"Humíllate y serás engrandecido.

Engrandécete y serás humillado...." 

(tao Teh King 22)

El lector familiarizado con la Sagrada Escritura podrá reconocer aquí un pasaje del Evangelio

cualquiera que se ensalce, será humillado,

y cualquiera que se humille, será ensalzado.

(Mt 23, 12)

Esta idea aparece constantemente en otras partes de la Biblia, como en el paralelo lucano 

"Porque todo el que se ensalce, será humillado;

y el que se humille será ensalzado."

(Lc. 14, 11) 

Como en otros contextos, por ejemplo en el Magnificat donde forma parte de los dos antinomios centrales del Canto  "Ha quitado a los poderosos de sus tronos; y ha exaltado a los humildes , a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos" (Lc 1, 52) o directamente como admonición, así sucede en la primera de Pedro "Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte a su debido tiempo" (1Pe 5, 6) o en la carta de Santiago donde el dicho aparece casi copiado textualmente: "Humillaos en la presencia del Señor y El os exaltará" (Stgo 4, 10)

También  en el Antiguo Testamento podemos encontrar textos en los que se hace referencia a esta actitud del creyente, así por ejemplo en el libro del eclesiástico podemos leer  "los que respetan al Señor tienen el corazón dispuesto y se humillan delante de él. Pongámonos en las manos de Dios y no en manos de los hombres, porque su misericordia es como su grandeza." (Eclo. 2, 17-18).

La tradición espiritual de la Iglesia ha recogido este consejo y ha sido constante en su transmisión, aquí solo me referiré a un ejemplo.  San Francisco de Asís tiene un consejo que recoge el espíritu de este texto, cuando en la carta a toda la Orden concluye la sección dedicada a los hermanos sacerdotes amonestándoles con estas palabras: "Ved, hermanos, la humildad de Dios y derramad ante él vuestros corazones (Sal 61,9); humillaos también vosotros para que seáis ensalzados por él (cf. 1 Pe 5,6; Sant 4,10). Por consiguiente, nada de vosotros retengáis para vosotros, a fin de que os reciba todo enteros el que se os ofrece todo entero." (CtO 28-29) 

Podríamos concluir ingenuamente una dependencia entre los textos religiosos del Tao y la tradición judeo-cristiana, pero esto no puede ser afirmado sin caer en graves equivocos, lo que si podemos afirmar con la basta tradición de la Iglesia recogida en el Concilio Vaticano II es que Dios a regado el mundo con Semillas de la Verdad, la Iglesia abona y riega estas semillas para que la verdad en ellas contenida crezca de fruto y alcance su plenitud. Por eso el Concilio afirma en positivo que: 

"[...] aprecia todo lo bueno y verdadero, que en ellos se da, como preparación evangélica y dado por quien ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan vida… Con su obra consigue que todo lo bueno que hay ya depositado en la mente y en el corazón de esos hombres, en los ritos y culturas de estos pueblos no solamente no desparezca, sino que cobre vigor y se eleve y se perfeccione para la gloria de Dios, confusión del demonio y felicidad del hombre"  (LG 16-17) 

Y para que quede claro vuelve a formular la misma idea pero esta vez en negativo, diciendo que:

"La Iglesia católica nada rechaza de lo que en estas religiones hay de verdadero y de santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas, que, aunque discrepan en muchos puntos de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad (radium illius Veritatis) que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es "el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas (2Cor 5, 18-19)" (NA 2)

Así, es posible encontrarse con una verdad regalada por Dios en su Palabra y presente en otras experiencias de fe (como por ejemplo el Tao Teh King) y saber que aquel es un camino que Dios ha dispuesto para que el hombre que no le conoce pueda, a su tiempo, llegar a conocerle plenamente. Así las otras experiencias de fe en mucas ocasiones, no solo no contradicen a la revelación si no que sirven como medios para que esta se pueda hacer presente en diversos espacios culturales donde el Evangelio no ha podido llegar. 

Ahora volvamos brevemente sobre el dicho que presente en el Tao. El consejo del sabio consiste en practicar la humildad como la virtud que puede de veras darle su sitio al hombre que se desvive por ser alguien sin lograr conseguirlo. San Francisco de Asís que hermana la humildad con la Pobreza (Cfr. SalVir 2) afirma que la "santa humildad confunde a la soberbia y a todos los hombres que hay en el mundo, e igualmente a todas las cosas que hay en el mundo". (SalVir 12) porque como dice santa Teresa de Ávila:

"Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y púsoseme delante ­a mi parecer sin considerarlo, sino de presto­ esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad, que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, anda en mentira"

                                                                                                   (Moradas Sextas, Moradas 10, 7)

Así pues, "observando fielmente sus preceptos de humildad... Toda la Iglesia ha recibido de Cristo mandato de practicar la humildad y esto, como espontáneamente, como floración nueva de su Reino. No se puede construir la Iglesia sin humildad, porque sin humildad no hay espíritu " de Cristo, y los que no tienen el Espíritu de Cristo no son suyos (Rm 8,9)."

Por último refiramonos a los ejercicios espirituales, pues la humildad, según San Ignacio de Loyola   es un proceso creciente que se presenta en la Segunda semana de los Ejercicios Espirituales. 

1. La humildad necesaria para la salvación eterna.

Y consiste en rebajarme y humillarme lo más posible, para obedecer en todo la ley de Dios, Nuestro Señor, de tal forma que, aunque me volviera el señor de todas las cosas creadas en este mundo o estuviera en riesgo mi propia vida temporal, nunca pensaría en transgredir un mandamiento, sea divino o humano.

2. Una humildad más perfecta que la primera.

Y consiste en esto: me encuentro en un punto en que no deseo ni soy propenso a poseer más riqueza que la pobreza, a querer la honra más que la deshonra, a desear una vida larga más que una vida corta, cuando las alternativas no afectan el servicio de Dios, Nuestro Señor, ni la salvación de mi alma.

3. La humildad más perfecta.

Es cuando, al incluir la primera y la segunda, siendo iguales la alabanza y la gloria de su divina majestad, para imitar a Cristo, Nuestro Señor, y me asemeje a Él más eficazmente, deseo y escojo la pobreza con Cristo pobre en lugar de la riqueza, el oprobio con Cristo cubierto de oprobios en lugar de honores; y deseo más ser tomado por insensato y loco por Cristo, que primero fue tenido por tal, que por “sabio y prudente” en este mundo (Mt 11,25).

Pidamos pues, que alcancemos la verdadera humildad que nos permite reconocer lo bueno y santo que hay en los demás aunque seamos diferentes. 

 

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