Fiesta de la Epifanía

Hoy como Iglesia celebramos la fiesta de la Epifanía del Señor y nos conviene fijarnos en dos actitudes presentes en esta fiesta: Dios que se deja ver por el Ser humano y el Ser humano que contemplando el misterio adora. 

A Dios - dice el evangelista - nadie nunca lo había visto, pero Jesús nos lo dio a conocer (Cfr. Jn. 1,18), en el Antiguo Testamento el mismo Señor afirmó:  "No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir" (Ex. 33, 20), pero San Pablo - después de la revelación de Dios en Jesús de Nazaret -  que Jesús es «la imagen del Dios invisible» (Col 1, 15), «resplandor de su gloria, impronta de su ser» (Heb 1, 3).

Dios se hizo cercano, al Ser humano en Jesús, quien es para nosotros la tienda del encuentro en el Dios abraza a la humanidad, por eso la fiesta de hoy es la epifanía, es decir, la revelación de Dios a la humanidad entera, porque Cristo es la revelación plena que hace Dios de si mismo. 

A la actitud de Dios que se revela, haciendose cercano a la humanidad, corresponde la actitud del ser humano que contemplando el misterio de Dios que se abaja hasta tocarnos, adora silente. porque es curioso que los magos hablen con todos antes de encontrarse con Jesús en brazos de su Madre, pero al ver al niño, junto con María su madre, se postran, adoran y ofrecen sus dones.

Los magos de oriente reconocen en el pequeño Niño indefenso que descansa plácidamente en los brazos de su madre a aquel que es el punto de llegada de todas sus búsquedas. Ellos buscan a quien no conocen, pero Dios - que los conoce - sale a su encuentro, ellos buscan y al final son encontrados. 

Al encontrar a Dios, contemplan el misterio que se les revela, es decir, Dios que sale a buscar al ser humano, y al descubrirse amados infinitamente por Dios, adoran el misterio de poder al Dios que entra en la historia para salvarnos.

De esta manera, Dios que se hace cercano, en encontrado por el hombre que le busca sinceramente, y así le da plenitud a toda búsqueda, pues Él nos hizo para sí y nuestro corazón permanecerá inquieto hasta que descanse en Él