26 Junio 2019
"No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante" (Génesis 15).
Incluso Abrán, padre de nuestra fe, tuvo dudas y se sintió impotente en su servicio a Dios. Él no veía los frutos que deseaba: fertilidad, descendencia, tierra nueva y prometida. Dios, en su inmenso amor, estuvo siempre ahí para Abrán, repitiendo su alianza y cumpliendo sus promesas hasta nuestros tiempos.
Quizá Abrán en vida no presenció la multitud de su descendencia, quizá el no se alcanzó a imaginar que 2 mil años después todavía sería un ejemplo de fe para los Cristianos; aún así, Abrán persevero y siempre creyó en las promesas de Dios.
Sigamos hoy su ejemplo y cada vez que caigamos o no veamos cumplida la promesa, volvamos a Dios a renovar y aceptar su nueva alianza (Cristo). No desfallezcamos y digamos siempre a nuestro Dios:
Perdón Señor porque dudé, aquí estoy de nuevo, yo confío en ti. Amén.