Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
unhermanomas.over-blog.com

un espacio para compartir cuanto reflexiono y oro, lo que he vivido y como lo he vivido desde mi experiencia de fe

La transfiguración del Señor.

Los tres discípulos a los que luego conocería la Iglesia como sus columnas, y que normalmente eran tomados por Jesús para atestiguar algunos de los momentos importantes de su vida (Mc. 5, 37; 14,33) han visto como Jesús se transfiguraba delante de sus ojos, pudieron contemplar sus ropas de una blancura que no podía ser atribuida a ser humano alguno, vieron aparecer en la misma escena a Moisés y a Elías y les vieron platicar con Jesús; fueron testigos de la nube (signo de la gloria de Dios que descendía para llenar el Monte de la transfiguración), aquellos pescadores oyeron la voz de Dios, pero el Evangelio cierra la escena diciéndonos: Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

La resurrección de Jesús, es la mayor muestra del poder de Dios, todo cuanto había ocurrido en el monte de la transfiguración ya había ocurrido en el Antiguo Testamento, es la clásica manifestación de Dios (lo que llamamos teofanía), los discípulos sabían que habían sido testigos de la gloría de Dios, y eso no les causaba problemas, por eso en medio de su temor Pedro (aunque inconsciente de sus palabras) puede decir: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.», pero la resurrección es algo tan diferente a todo lo que ha ocurrido y ocurrirá que es sobre esto de lo que discuten, porque no pueden entender como Dios puede vencer a la muerte misma. Una profesora mía suele decir que la “Resurrección es la insurrección contra la muerte”.

Dios es un Dios de vida, y su palabra siempre producirá vida buena, así iniciaba su obra creadora (Gn. 1, 3) y es su Palabra hecha carne (Jn. 1, 14) vence a la muerte con su resurrección. Esa es la novedad de la experiencia cristiana: aun cuando no habría razones para tener esperanza y en medio de la noche más oscura, nosotros seguimos creyendo, seguimos esperando, seguimos luchando por la vida. A veces tenemos la impresión que el mal y la muerte tienen la última palabra, pero no es así, estos tendrán a lo sumo la penúltima palabra, la última siempre le corresponde a Dios. De aquí nace la alegría del cristiano, la fortaleza inquebrantable de los mártires, la solidez la caridad de la Iglesia, la novedad siempre nueva del anuncio evangelizador en medio de un mundo que no nos da muchas razones para seguir amando, luchando, esperando y sonriendo.

No quisiera terminar nuestra reflexión del día de hoy sin referirme a dos muertes transidas de vida. Hoy hacemos memoria agradecida de la vida de nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán, uno de los más grandes santos que coronan la frente de la Iglesia, Él como estrella luciente marca el rumbo en el camino de los que se ha propuesto anunciar con sus vidas la Buena Nueva que nos trajo Jesús, su estrella marca el Norte que es Cristo, su ejemplo es guía segura.

El segundo gran hombre cuya pascua celebramos hoy es el Beato Pablo VI, pronto a ser canonizado. El mundo necesita de seres humanos valientes como este Papa santo, gente que defienda la vida en todas sus etapas, que sepa convertir a la vida en una Buena Noticia (Evangelium Vitae). Le debemos tanto a este gran Santo, la Iglesia le necesitaba, como necesitó en los primeros tiempos al apóstol de los gentiles, San Pablo. Bendita sea su memoria. Su Pascua gloriosa ocurrió al medio día en Castelgandolfo, un 06 de agosto hace 40 años.

Por último quisiera agradecer al Señor por el pueblo salvadoreño que hoy celebra a su Santo Patrón: El Divino Salvador del Mundo que resuenen siempre las vivas al Salvador del Mundo:

Gloria al patrón de nuestra tierra El Salvador.
no hay redención de otro Señor
sólo un patrón nuestro Divino Salvador.

Emmanuel Barrientos Arguedas
Coordinador Fraternitas Evangelii Gaudium

Roguemos al Señor que nos ha hecho sus hijos e hijas en Jesucristo, su Hijo predilecto.

Señor Dios nuestro: En la transfiguración de Jesús iluminaste los ojos de la fe de tus apóstoles para que pudieran ver más allá de las apariencias, y reconocer a Jesús como tu Hijo amado.
Fortalece también nuestra fe en la persona y mensaje de tu Hijo. Ayúdanos a reconocer algo de su rostro en nuestros hermanos y a encontrarle siempre en los otros, para que caminemos con él y participemos de su gloria por los siglos de los siglos.

 

 

Compartir este post
Repost0
Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post